dijous, 19 d’abril del 2007

“Hoy en día la gente mayor necesita sentirse querida”

Leidiane, una joven brasileña “sin papeles”

La miro. Me mira. La sigo mirando y desvía sus ojos de color azul turquesa hacia otro lado de forma tímida y discreta.
Leidiane es una joven brasileña de 23 años que dejó a su familia y a su hijo de 3 años, Rodrigo Octavio, en su país para trabajar en España.
No tiene papeles y está trabajado de forma ilegal.
Aunque al principio le costó adaptarse a su nueva vida, dice que no se arrepiente de haber venido porque en su país la situación económica es precaria.
Durante la entrevista no para de tocarse su larga cabellera rubia cosa que me demuestra que está nerviosa e incómoda. Trato de que se sienta tranquila y disfrute de la experiencia. Lo logro y me doy cuenta de que lo que empezó siendo una conversación sobre su situación en España, se transforma en una interesante pero fría crítica a nuestra sociedad europea.


La noto tensa e inquieta
Quizás sí. Supongo que debe ser por temor a que alguien me reconozca.

¿De quien tiene miedo?
Llegué a España hace nueve meses de Brasil con mi hermana mayor, Dalia. Entramos de forma ilegal en el país y los “sin papeles” no somos bien acogidos por la sociedad.

¿Por qué lo dice?
Hombre, porque mucha gente piensa que venimos a quitarles el trabajo pero no es así ya que nos ganamos la vida trabajando en aquello que ellos no quieren hacer.

¿Cómo entraron?
De la manera más fácil, haciéndonos pasar por turistas. Compramos el billete de ida y vuelta y, para que no sospechasen, pagamos la estancia en un hotel.

Supongo que la situación debe ser extrema para optar por esta solución porque imagino que debe costar dejar a su familia para enfrentarse a un mundo totalmente desconocido Pues la verdad es que sí. Tengo 23 años y un hijo de tres que dejé en Brasil con su padre. Soy joven y para las chicas de mi edad es muy difícil encontrar un trabajo digno en mi país. Allí, para ganarse la vida, muchas tienen que prostituirse y acaban muy mal. Enganchadas a la droga, maltratadas por los chulos que las mantienen… He sufrido la pérdida de tres amigas de la infancia de esta manera.

¿Fueron sus padres los que decidieron que se fuese?
No, tome la iniciativa yo. Somos nueve hermanos y cinco estaban trabajando en el extranjero. Yo quise hacer lo mismo.


Leidiane en casa de doña Dolores, viendo la
telenovela de la tarde en casa de ésta

¿Nada más llegar a Cataluña, encontró trabajo?
Sí. Dalia y yo fuimos a un pueblo de los Pirineos catalanes, a Espot, donde conocíamos a una chica brasileña que llevaba años allí. Ella nos consiguió trabajo en un hotel.

¿De qué se trataba?
Pues nada, hacíamos las camas, limpiábamos todos los cuartos e, incluso, hacíamos la comida. Trabajábamos 10 horas diarias y cobrábamos 300€ al mes.

Eso lo llamo yo explotación…
Por ese motivo decidimos irnos. Además, hacía mucho frío… (ríe).
¡Las brasileñas no estamos acostumbradas a bajas temperaturas.

¿Y decidió venir a la costa para volver a buscar trabajo?
Exacto. Al principio pensamos que sería fácil pero no fue así. En Espot hay muchos hoteles y, por lo tanto, había más oferta de trabajo. Aquí, está todo mucho más saturado pero, si se busca bien se encuentra. Ahora estoy trabajando en casa de una señora mayor que vive en Cornellà de Llobregat, en el barrio de San Ildefonso.

¿A si? ¿Y como le va? ¿Está más contenta que en el hotel?
La verdad es que sí. Estoy muy a gusto con doña Dolores. Me trata como una hija. ¡Incluso me llama “pequeña”!

¿Y que labores realiza en casa de doña Dolores?
Barro y friego el suelo, le ayudo a hacer la compra, preparo la comida y la cena, le recuerdo que debe tomar la pastilla… pero, sobretodo, le hago mucha compañía.

¿Compañía?
Don Manuel, el marido de doña Dolores, falleció hará
más o menos unos seis meses. Hasta entonces, estaba
acompañada y los dos se ayudaban mutuamente en las
labores del hogar. Al
morir don Manuel, se quedó sola.

¿Y sus hijos? ¿No se preocupan por ella?
Sí. Tiene cinco hijos y, bueno, unos más que otros muestran interés por la anciana pero, únicamente, por cómo está y cómo se encuentra y no, por cómo se siente de ánimos y moralmente…

Ya lo entiendo… Y, es aquí donde interviene usted. No sólo se preocupa por las tareas de casa sino que también trata de que se sienta mejor haciéndole pasar ratos agradables.
Exacto. Hoy en día la gente mayor se siente sola y necesita sentirse querida y aceptada por la sociedad. Piensan que son una carga y que no aportan nada. Por eso, les debemos escuchar, dedicarles tiempo y, sobretodo, mimarles mucho para hacerles ver que no es así.

Pues, sinceramente, me alegro que aún quede gente como usted.
No, no. En ningún momento he tratado de tirarme flores. Únicamente le he explicado mi situación para que la gente sea consciente y modifique su actitud con ellos.