dijous, 15 de maig del 2008

No soy lo que parezco


Un paseo por Barcelona basta para verlo. Unos llevan interminables crestas y cadenas. Otros calzan botas con puntas de hierro y van con la cabeza rapada. Hay algunos que lucen corbata y pantalón de pitillo. También los hay que van siempre con ropa de marca. Algunos, por el contrario, visten con trapos y se pasean con perros. Y otros lucen pelo largo y camisetas de Iron Maiden. Son las tribus urbanas. Como razas diferentes, la nueva sociedad ha acogido a los grupos de jóvenes que se unen bajo una misma estética, una misma música y una misma filosofía. Es la nueva manera de distinguirse del otro.

El nacimiento de este fenómeno nace con las nuevas sociedades contemporáneas. Nacen de los años sesenta y del inconformismo de la época. Los padres de éstos chicos vieron cómo los vitelloni paseaban por Italia, los teddy boys escuchaban rock por Inglaterra y los hippies invadian con flores Norteamérica. Este inconformismo se contagia a las nuevas generaciones que, como podemos ver ahora, forman estos grupos. Los jóvenes no se integran en las estructuras políticas, religiosas, culturales y económicas del momento, y la sociedad no ayuda a ello. Como dice el sociólogo Marcelo Gomero en su artículo La metáfora de las tribus urbanas: “Hoy en día, bajo una cultura progresivamente individualista, donde el dinero define mucho mas a las personas que sus conocimientos intelectuales, emerge un fenómeno fundamentalmente dado a conocer como Tribus Urbanas”. En estas sociedades, los jóvenes forman agrupaciones desvinculadas de cualquier organización, se unen para sentirse adaptados a ésos entornos que no les entienden, que sólo entienden al dinero.

Es en estos grupos donde encuentran su rol, su función social que tanto anhelan. Por fin se encuentran entre semejantes, personas que se parecen entre si, que comparten gustos. En el grupo reside la fuerza. Pep Aguilar, psicólogo, opina: “La juventud no se sabe situar en el mundo que nos rodea. Algunos se unen a tribus urbanas, algunas incluso violentas. Son gente que individualmente se sienten inferiores, y mediante sus actuaciones en grupo compensan sus complejos e inferioridad. Solos son creídos, pero a la vez acomplejados, vulnerables y muchos, cobardes.”

Dichas tribus siguen unos patrones tanto estéticos como ideológicos, y estereotipan a sus individuos para camuflarlos dentro de un todo, un grupo. La imagen del heavy se asocia al pelo largo, botas, ropa negra o tejana. En cambio el bakala lleva un corte de pelo rapado por los lados, viste con ropa estrecha, lleva anillos y cadenas. Todas estas tribus urbanas tienen un rasgo esencial: la música. Es un eje central y una característica diferencial de las distintas tribus que surgen. El rock, el reggae, el hiphop, la música electrónica, el punk, el ska, el indie… cada música pertenece a un estilo. La música y los músicos son los que marcan la tendencia en estas tribus urbana, son los ídolos de estos grupos.

Aun así, todos estos rasgos no definen a las personas. O almenos, no deberían hacerlo. Parece que ya no vemos más allá de la estética de la tribu. ¿Somos lo que parecemos? Si la respuesta es afirmativa, hoy en día, muchos somos iguales. De hecho, sólo podríamos elegir entre unos 15 o 20 estilos. Hippie, heavy, skin, punk, mod, raver, bakala, pijo, skater, hiphopero, popero, emo, freak, gótico… ¿han elegido ya en quién se convertirán?