En la actualidad aparecen frecuentemente en los medios de comunicación términos como: acoso, violencia de género, violencia machista, violencia doméstica... ¿Son lo mismo?, ¿Están relacionados estos tres tipos de violencia?, ¿Qué es realmente la violencia de género?
La psicóloga Concha García Hernández define la violencia de género como: “la violencia que se ejerce hacia las mujeres por el hecho de serlo, e incluye tanto los malos tratos de la pareja, como agresiones físicas o sexuales de extraños, mutilación genital, infanticidios femeninos, etc.”
En su Artículo 1 de la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, las Naciones Unidas dice que la violencia de género es: “Todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública o privada”.
Teniendo en cuenta estas definiciones se puede ver que cuando se habla de violencia de género no solo se limita al campo de los físico sino, que también afecta, y muchas veces de manera más frecuente al campo de lo psicológico y lo sexual. Esto nos lleva a pensar que la violencia de género es un problema alarmante del que probablemente, si no nos ha tocado vivir de cerca no sepamos apenas nada. Para ello existen instituciones como L’institut Català de la Dona que es “el organismo del Gobierno catalán que diseña, impulsa, coordina i evalúa las políticas de mujeres y para las mujeres que desarrolla la administración de la Generalitat”. Gracias a este tipo de asociaciones se impulsan y coordinan las políticas contra la violencia machista que más tarde aprobará el Gobierno. Además llevan a cabo campañas de concienciación acerca de las agresiones a mujeres, porque aunque parece que este tipo de problemas solo se dan en unas clases sociales determinadas, esta comprobado que no es así; como nos dice el psicólogo criminalista Vicente Garrido, “Todas las mujeres en mayor o menor medida, corren ese riesgo” de ser agredidas.
La reflexión que hace Garrido en su libro Amores que matan es muy interesante porque diferencia lo que es el acoso de la agresión física. Dice que ambos están muy relacionados, sin embargo en ocasiones, se produce acoso y no violencia física contra la mujer. El psicólogo criminalista dice que la ley frente al acoso actúa en la mayoría de ocasiones de manera insuficiente porque, en muchos casos es difícil de probar y cuando se prueba las leyes no acaban de respaldar a las mujeres. El psiquiatra norteamericano Meloy dice del acoso que : “Comprende diferentes comportamientos de persecución de una persona a lo largo del tiempo; este seguimiento se vive como una amenaza para la víctima, y es potencialmente peligroso. Potencialmente peligroso significa que el acosador puede hacerme objeto de una acción violenta y, en algunos casos, puede intentar matarme. Pero el simple hecho de sentirme perseguido ya es algo dañino, porque es algo capaz de afectar a mi vida de modo profundo.” Como se deduce de esta definición el acoso puede dar lugar muy fácilmente al maltrato. Este apunte también lo hace Garrido: “hay una relación íntima entre el acoso y la violencia contra la mujer. La razón es doble. En primer lugar, las mujeres viven la persecución como una gran violencia, una intromisión en sus vidas intolerable. Aunque no vaya acompañada de una agresión física, el acoso es siempre agresión emocional y psicológica”.
Después de ver en qué consiste el maltrato uno se puede preguntar que mujer es capaz de aguantar semejante situación durante años. A continuación se expone un caso que nos ayudará a entender un poco cuáles pueden llegar a ser los motivos. Además, podremos ver de cerca en que consiste realmente el maltrato hacia la mujer, la tortura que supone para la propia víctima y los que la rodean. También veremos como se puede llegar al inicio del fin de los maltratos gracias a centros público que se encargan de ofrecer ayuda a las mujeres.
El silencio de una vecina de Sarrià que sufre violencia de género
María-nombre ficticio bajo el que prefiere esconder su identidad-, vecina del barrio de Sarrià, lleva quince años siendo objeto de violencia machista, soportando las agresiones físicas y psíquicas de su marido. Su hermana, Josefa, decidió ir la semana pasada al “Punt d’Informació i Atenció a les dones” (PIAD) del distrito de Sarrià-Sant Gervasi para solicitar ayuda ante “una situación ya insostenible”.
Josefa compartía piso hasta hace cinco meses con su hermana, su cuñado y la hija de ambos. Al marido de María le diagnosticaron a los dieciocho años un trastorno bipolar y desde entonces tenía que medicarse diariamente.
Durante los primeros años de matrimonio, el marido de María no dio muestras de su violencia, pero a partir del tercer año de casados, su comportamiento sufrió un gran cambio, según explica la hermana de la víctima. A raíz de ser despedido de su trabajo como camarero, entró en depresión, abandonó el tratamiento, y empezó a beber y a consumir drogas. Explica Josefa que su cuñado “se pasaba el día en casa, sentado en el sofá, viendo la televisión desnudo y con gafas de sol, y gritaba y pegaba a María.” Ambas hermanas intentaron por su cuenta que volviera a tomar su medicación pero, ante su negativa y sus continuas amenazas, se pusieron en contacto con el médico que llevaba su caso en el Hospital Platón.
A los pocos días, el marido de María ingresó en el centro de Salud Mental de Sant Boi de Llobregat y permaneció allí durante dos meses. Cuando volvió a casa, Josefa lo vio realmente recuperado, pero a los dos meses dejó su medicación y se repitieron los episodios de maltrato hacia su mujer.
Explica Josefa que esta situación se ha mantenido a lo largo de los quince años de matrimonio de la pareja. Añade que su cuñado desaparecía muchas noches de casa y que “una vez se marchó a hacer el camino de Santiago sin decir nada a nadie.”
La hija que la pareja tuvo a los cinco años de estar casados, es para Josefa otra de las víctimas del comportamiento de su padre, ya que desde pequeña ha visto como agredía verbal y físicamente a su madre.
Josefa cuenta que decidió mudarse de esa casa porque el terror hacia su cuñado hacía que viviera en tensión las veinticuatro horas del día. Antes de abandonar el piso, dice, intentó convencer a su hermana para que cogiera a su hija y se fueran con ella pero, María tenía “miedo de la reacción de su marido”. Así que, una vez ya independizada y ante las dudas de su hermana, que no se decidía a afrontar la situación y denunciar a su marido por atentar contra su libertad y dignidad, Josefa decidió acudir al PIAD (Punt d’Informació i Atenció a la Dona) del barrio a solicitar ayuda.
Los PIAD son centros abiertos a todas las mujeres de la ciudad que se caracterizan por su voluntad de proximidad e implicación territorial. Estos espacios tienen como finalidad potenciar la participación y la autonomía de las mujeres, dar respuesta a las demandas de información y atención, así como contribuir a la sensibilización y detención de las situaciones de discriminación y violencia de género.
El PIAD del distrito de Sarrià-Sant Gervasi al que acudió Josefa fue abierto en septiembre del 2006 y está situado en el Centre Cívic Casa Sagnier. Durante los primeros tres meses de funcionamiento estaba ubicado en el Consell del Districte. Patricia Molins, trabajadora del centro, explicó que la nueva ubicación se debe a que “percibimos que la anterior localización era demasiado fría y se convirtió en un freno para muchas mujeres. Ahora al estar en el Centre Cívic del barrio, es mucho más agradable y fácil acceder”. De hecho, Josefa, conoció la existencia del PIAD gracias a su asistencia a los cursos de yoga que se impartían en la misma Casa Sagnier.
El Punt d’Informació i Atenció a la Dona de Sarriá- Sant Gervasi, después de recibir la demanda de ayuda de Josefa, llamó a María y concertó una entrevista con ella. Molins explica que tras mantener una primera charla con la víctima, le ofrecieron un servicio de atención psicológica y asesoramiento jurídico gratuito. Si María está de acuerdo, ya que el centro “no quiere forzarla en ningún momento”, trasladarán el caso al Espai d’Atenció a la Dona (EAD), que iniciaría los trámites fiscales si la víctima deseara denunciar su situación.
Desde su creación, el PIAD de Sarriá-Sant Gervasi ha atendido 40 casos de violencia de género, diecisiete de los cuales fueron en su inicio simples demandas de ayuda económica. Molins explica que después de un seguimiento del caso fue cuando se descubrió que las solicitantes de ayuda financiera sufrían agresiones físicas y/o psíquicas.
El distrito de Sarriá-Sant Gervasi está además adherido al “Circuit Contra la Violencia vers les dones”. Se trata de una red municipal formada por distintos centros que se reúnen cada dos meses - PIADs, EAD, Centros de Atención Sanitaria, etc.- y facilita la rápida actuación ante un caso de violencia de género.
Un problema social con el que deberíamos sensibilizarnos
Aunque tengamos la fortuna de que la violencia de género no nos afecte, no debemos olvidarnos de que este es un problema social, y como tal, todos deberíamos sensibilizarnos con las víctimas porque quién sabe, mañana nosotros podemos ser una de ellas, y si no es así, sí lo pueden ser amigas, hijas, hermanas… Para la erradicación de este tipo de maltrato es necesaria la sensibilización de la que hablamos pero, también son muy importantes, la prevención y sobre todo la concienciación por parte de la sociedad de la existencia de esta, desgraciadamente, realidad social. En definitiva, este hecho no constituye un problema únicamente de las mujeres sino, de toda la sociedad; por eso se llevan a cabo iniciativas como la del Día Internacional Contra la Violencia de Género (se celebra el día 25 de noviembre de cada año). Esta jornada pretende recordar a los ciudadanos que la violencia contra las mujeres constituye una violación de los derechos humanos y las libertades fundamentales por eso, básicamente desde la educación de ha de intentar erradicar este y todos los tipos de violencia.
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