dilluns, 25 de febrer del 2008

Violencia gratuita

Cuando uno tiene que escribir una columna siempre está en busca de temas; mirando en cualquier rincón con el fin de encontrar el tema perfecto.
Lejos de tener el tema perfecto, el otro día al salir de la Facultat de Comunicació Blanquerna, me encontré a unas veinte personas esparcidas en la calle. Lo curioso no era que estuvieran a la salida de la facultad, sino que todos miraban hacia una misma dirección como si de una profecía se tratara. Atónita, salí corriendo hacia la salida impulsada por mi gran curiosidad. Lo que advertí al salir no fue precisamente lo que me había imaginado: alguien relevante que suscitara interés alguno. No; no era ni de lejos algo de este tipo. Lo que ocurría al traspasar las puertas corredizas de la facultad era una pelea.
Un hombre de origen pakistaní, o indio, estaba agrediendo a un vagabundo. Y digo vagabundo porque su aspecto descuidado reflejaba su condición de vida. Desconozco la causa del conflicto, pero lo que estaba claro es que el errante no ponía pega alguna, no gritaba, no combatía; tan sólo intentaba escabullirse. Todos los que ocupaban la calle observaban, eso sí, sin decir palabra ante este acto. Ante mi sorpresa le pregunté a un chico por qué todos ellos no hacían algo. Su respuesta fue contundente: "¿qué quieres que hagamos si no sabemos qué ha pasado?"   
La gente en general prefiere ver cómo un hombre pega a otro antes que intentar resolver el conflicto. Al parecer, la violencia está justificada por muchas personas. De este modo colectivos de nuestra sociedad muestran una clara forma de hacer justicia: se toman la justicia por su cuenta. Y así un hombre puede emprender una guerra contra otro, y a los ojos de otros seres humanos, sólo porque cree tener razones para hacerlo, sin dejar los conflictos en manos de los que son responsables: la policía.

1 comentari:

Anònim ha dit...
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