dimarts, 15 d’abril del 2008

Cuando la inquietud se transforma en solidaridad


   Ha tenido lugar este martes a las diez de la mañana la conferencia "Solidaritat en positiu, com sempre". Es el tercer año que las Jornades de Comunicació Blanquerna de la Universidad Ramón Llull organizan un acto en el que el tema principal es la "solidaridad". La conferencia, con motivo del eje central en el que giran las XIV Jornades de Comunicació Blanquerna, "EN POSITIU! Bones notícies del món de la comunicació", ha tratado sobre la experiencia positiva que supone colaborar en un campo de trabajo.
  La moderadora Sandra Balsells, profesora de la Facultat de Comunicació Blanquerna (FCB) y fotógrafa profesional, ha empezado la conferencia recordando el tema y presentando a las invitadas; todas estudiantes de la facultad. La aula, considerablemente llena teniendo en cuenta que al mismo tiempo habían otros dos actos muy interesantes para el mundo de la comunicación, quedó en silencio desde la primera palabra de la moderadora.
  Lara Costa, estudiante de primero y voluntaria en el centro Madre Teresa de Calcuta, nos ha explicado qué le motivó a irse para ayudar a la población india. Con una mirada que desprende ilusión, Lara explica que con tan sólo diecisiete años decidió viajar con otras seis amigas a India para ayudar a los niños de este país. Tras solucionar ciertos problemas con sus padres debido a su corta edad, Lara pudo por fin coger el avión que a principios de julio del 2007 la llevaría a Calcuta. "La primera bofetada fue el olor!", con esta frase define Lara su llegada a India. La joven estudiante viajó a Calcuta sin tener nada organizado: "seguimos las indicaciones que otra voluntaria de Barcelona en la India nos había dado". De esta forma, Lara empieza a contar su experiencia en la ciudad. Lara fue a parar al centro Madre Teresa para mujeres en vez del de niños porque éste estaba repleto de voluntarios. Como anécdota, pero sin dejar de transmitirnos todas sus emociones, explica su grado de sorpresa cuando vio como dos hombres se lavaban los dientes con el agua de los monzones; ese agua que le cubre a uno hasta las rodillas y que lógicamente está sucia. Asegura que su paso por la India ha sido una "experiencia increible", y que ya está contando los días que le quedan para su próximo viaje. Recuerda con nostalgia la sensación que tuvo al volver a Barcelona: "fui a trabajar sin pedir nada a cambio, pero me dio la sensación que me llevaba más de lo que había dado". Tras mostrarnos su reportaje fotográfico -éste intenta recaudar fondos para el centro Madre Teresa- Lara afirma con humildad que "las miradas de aquella gente lo transmiten todo, sus ojos son totalmente transparentes".
  Carmen Moreno, estudiante de cuarto de Comunicación Audiovisual viajó como voluntaria a Bolivia el pasado julio con la Universitat Ramon Llull. Asegura que fue su inquietud por descubrir otras realidades lo que la llevó a Bolivia. "Ya había pensado trabajar como voluntaria en países en desarrollo, pero evidentemente tienes que ahorrar". Con esta afirmación, Carmen Moreno abre la cuestión del enorme gasto que supone. Todas las invitadas estaban de acuerdo en que el hecho de irse de voluntariado con una ONG no implica que todo esté pagado. Como dijo la moderadora irónicamente "de vacaciones pagadas nada". Carmen continúa explicando como respuesta a una pregunta del público el trabajo que cada voluntario tenía según sus estudios. El estudiante de psicología era el encargado de ayudar a todas aquellas mujeres que habían sido violadas, mientras que el estudiante de comunicación era el responsable de dar voz a aquellas personas que querían mostrar su realidad. Con pena, la estudiante de audiovisuales habla sobre lo difícil que suponía decir a los jóvenes bolivianos que iban drogados que no podían ayudarles. Los cuatro proyectos en los que colaboró prohibían tajantemente atender a los adolescentes drogados; "por eso mismo te los encontrabas al día siguiente en la puerta de tu habitación". Varias veces repetía Carmen la sensación que tuvo al llegar a Bolivia: "todo es tan diferente, ves la miseria que hay, pero cuando los niños de ahí te abrazan tan fuerte, te contagian la felicidad". Habla también de lo que la altitud suponía para ella y todos sus compañeros.
  Pero la pobreza no sólo existe en países en vías de desarrollo. Miles de personas del primer mundo sufren a diario la miseria. Esto fue precisamente lo que pensó la tercera invitada Alba Danés, voluntaria en Holanda con SCI (ONG). A diferencia de las dos otras invitadas, Alba decidió marcharse a Markelo, un pequeño pueblo a dos horas de Amsterdam con el fin de trabajar con niños inmigrantes o refugiados "ya que muchos de ellos venían de un país en conflicto". El proyecto en el que trabajó consistía en hacer actividades con los niños tales como jugar, escribir o incluso cocinar. A la pregunta "¿existía algún tipo de racismo en el centro en el que trabajaste?", Alba asegura que existía cierto racismo entre algunos inmigrantes, pero que nunca sintió el rencor en los ojos de un inmigrante hacia ninguno de los voluntarios; "al contrario, estaban muy agradecidos de que estuviésemos ahí con ellos". Una de las cosas que más le gustó fue "la mezcla de nacionalidades, los voluntarios éramos todos de diferentes lugares"; por su expresión sonriente al decirlo, se intuye un aspecto muy positivo. Al hablar del idioma, su tono de voz débil pone de manifiesto que el hecho de no hablar el mismo idioma que los inmigrantes del centro era todo un obstáculo para comunicarse con ellos ya que éstos no hablaban ni tan siquiera inglés.
  Sin embargo, al finalizar la conferencia, Lara Costa, la joven voluntaria en Calcuta, reconoció que el idioma no supuso ningún impedimento a la hora de comunicarse, puesto que con las miradas "ya te lo decían todo".
  Y durante estas dos horas, el público se mantuvo en silencio cautivado por la retórica de las tres jóvenes, sólo los aplausos después de los reportajes y el turno de preguntas dio la voz a los oyentes.