Una amplia estancia recibe al visitante. Es el centro Risaluz, donde su directora, Katia Garcia, risoterapeuta andaluza de 60 años, realiza las sesiones. Un espejo que recorre toda la pared izquierda nos recuerda la importancia que da a reírse de uno mismo. Se pueden apreciar globos y otros juguetes de vistosos colores. Ella espera en un pequeño despacho en la parte superior, al que se accede por una escalera de caracol. Hay un montón de fotografías en la pared y de papeles en la mesa. Allí, en un pequeño despacho, espera una mujer con una sonrisa en los labios y mucho genio en el cuerpo. Realmente lo necesita: ese mismo día ha de ir a Reus, y según dice apenas tiene tiempo para parar. Pero sí que lo tiene para aquellos que ayudan a difundir un método tan beneficioso para esta sociedad como la risoterapia.
Pregunta. Te has dedicado a la risoterpia pese a haber tenido una infancia muy difícil…
Resposta. Sí, yo era la mayor de seis hermanas. [Enseguida se levanta y muestra una de las fotografías de la pared, donde aparece ella de pequeña junto a sus hermanos]. Era una situación extraña y difícil: los hermanos mayores siempre asumen un papel de responsabilidad que no les corresponde, y eso me afectó directamente a mí. Además, sufrí maltratos por parte de mi padre. Hoy lo hubiese denunciado. Pero los que lo pasan peor muchas veces sólo les queda la alegría para sobrevivir, y ese fue mi caso.
P. En cambio estamos en una sociedad con grandes posesiones materiales pero muy infeliz.
R. El gran problema es que se potencia más el tener que el ser. Andamos siempre preocupados por lo que no tenemos y nos olvidamos de disfrutar aquello que ya tenemos. Ahora que estamos en tiempos de crisis, quien más perderá no será un chico de La Mina, que nunca ha tenido nada, sino uno de Pedralbes, que no podrá tener todo aquello que quiera y será más infeliz por ello.
P. Uno de los grandes problemas que usted resalta en alguna entrevista para ser feliz es la educación. Ahora que estamos en pleno debate sobre este tema, ¿cómo habría de ser?
R. Habría de potenciar mucho más la parte lúdica. En este momento la educación se basa sólo en la autoridad, del profesor sobre el alumno, y eso no es bueno. En lugar de aprenderse los países de memoria, hacerlo a través de un juego. Mi generación aprendió las tablas de multiplicar a través de la canción.
P. Precisamente la canción es una de las fórmulas que tu propones para mantener la alegría
R. Sí, tararear una canción, como hacen los niños. Pero sin letra, que entonces ya estamos hablando de lo mental.
P. ¿El don de la alegría es igual para todos o hay diferentes grados?
R. Esto es como quien pinta: hay quien lo hará en pocas horas y quien tardará semanas enteras. Existen diferentes ritmos, pero al final siempre se llega al mismo sitio. Hay gente que vive tan reprimida que se olvida de la alegría y la felicidad que hay en su interior, pero con las terapias se puede exteriorizar lo que todo el mundo posee. Se ha de respetar el ritmo de cada uno, y si uno al principio no quiere reír no pasa absolutamente nada.
P. Y según diversos estudios los hombres ríen menos que las mujeres. ¿Se trata de un tema meramente cultural?
R. Sí, y eso nos viene dado desde bien pequeños. Cuando una niña se hace daño, normalmente los padres se compadecen de ella, no hay ningún problema en que llore. El caso de las niños es bien distinto: les dicen que sean fuertes, que se repriman el llanto. El dolor y la alegría van mucho más unidos de lo que creemos.
P. Otro problema al que te has referido a veces en alguna entrevista es el exceso de medicación…
R. Yo recomiendo no dejar de tomar las pastillas que se recetan, porque eso va en un programa, pero me he encontrado en muchos casos en que gracias a las sesiones éstas se reducen. Recuerdo el caso de una mujer que tomaba 17 pastillas. En unas semanas ya sólo necesitaba tomar media pastilla. De hecho me vienen a consultar médicos. Algunos de ellos incluso llegan a participar en este tipo de terapia. La risoterapia también sirve para otro tipo de problemas. Una familia que se estaban todo el día peleando y no encontraban la manera de arreglar sus problemas vinieron y resultó tan positivo entonces han vuelto todos los años.
P. Diferencias entre la risa positiva y la negativa. Esta última sería el sarcasmo, el reírse de alguien. ¿Por qué se da esto?
R. Porque la risa puede ser una arma, y muy poderosa además. Desde hace un tiempo esto lo han descubierto los políticos. Es por eso que vemos en televisión debates parlamentarios y uno de los grupos se ríe de lo que está diciendo el otro. No hay nada que al contrario le pueda hacer más daño que eso.
P. Pero también es un arma que se puede utilizar contra ellos…
R. Efectivamente, y eso es porque el humor también relativiza las cosas, le quita la pompa y la solemnidad que cubre algunos temas. Si un representante de la política o la religión te veine a hacer un discurso, a convencerte de algo, un simple ‘¡ha!’ lo desacredita por completo. Le damos demasiada importancia a temas que no la tienen en realidad: si perdemos el trabajo, si nos separamos de la pareja… En el que tal vez sea el tema más serio de todos, la muerte, la cosa no tiene porque ser distinta. Si no podemos hacer nada para evitarlo, ¿por qué no podemos tomárnoslo con humor?
P. Uno de los conceptos más ligados a la risa pero más complicados de definir es la felicidad. ¿Cómo la definirías?
R. Es verdad que es complicado. En cualquier caso, no es una meta a la que se haya de llegar, como algunos creen, sino la suma de pequeños momentos que vivimamos con intensidad, con alegría.
P. La risoterapia presenta ventajas más que evidentes para nuestra salud. Una de ellas es el aumento de la serotonina, el llamado “mensajero de la alegría”.
R. Efectivamente, es un componente que va desapareciendo con la tristeza, y que no se detecta cuando se han hecho autopsias de suicidas. Aunque este es sólo uno de los muchas ventajas que presenta la risoterapia.
P. ¿Ves la risoterapia como una práctica reconocida en general?
R. Totalmente, y es lógico teniendo en cuenta que los resultados han sido demostrados. Fíjate que en este momento estoy trabajando con Colegios de Enfermería [enseña un papel sobre la mesa con un logo correspondiente a uno de ellos].
P. ¿Trabajas también con colectivos de gente más desfavorecida?
R. Así es: yo recibo alcohólicos, drogadictos,… y gente que no puede dejar de comer bombones. Y es curioso, todos tienen el mismo problema, y es que les falta algo, y no saben lo que es. Ese vacío es el que se intenta llenar a través de la risoterapia. Por ejemplo, este fin de semana subí al Montblanc con unos amigos y me sentía tan llena… ¡que no tenía ganas ni de comer!
P. Por último, ¿hasta cuando piensas seguir con tu trabajo?
R. No he pensado todavía retirarme. Sigo conociendo a gente de muchos países, y aún tengo ganas de hacer reír a la gente para poder ayudarles.
Pregunta. Te has dedicado a la risoterpia pese a haber tenido una infancia muy difícil…
Resposta. Sí, yo era la mayor de seis hermanas. [Enseguida se levanta y muestra una de las fotografías de la pared, donde aparece ella de pequeña junto a sus hermanos]. Era una situación extraña y difícil: los hermanos mayores siempre asumen un papel de responsabilidad que no les corresponde, y eso me afectó directamente a mí. Además, sufrí maltratos por parte de mi padre. Hoy lo hubiese denunciado. Pero los que lo pasan peor muchas veces sólo les queda la alegría para sobrevivir, y ese fue mi caso.
P. En cambio estamos en una sociedad con grandes posesiones materiales pero muy infeliz.
R. El gran problema es que se potencia más el tener que el ser. Andamos siempre preocupados por lo que no tenemos y nos olvidamos de disfrutar aquello que ya tenemos. Ahora que estamos en tiempos de crisis, quien más perderá no será un chico de La Mina, que nunca ha tenido nada, sino uno de Pedralbes, que no podrá tener todo aquello que quiera y será más infeliz por ello.
P. Uno de los grandes problemas que usted resalta en alguna entrevista para ser feliz es la educación. Ahora que estamos en pleno debate sobre este tema, ¿cómo habría de ser?
R. Habría de potenciar mucho más la parte lúdica. En este momento la educación se basa sólo en la autoridad, del profesor sobre el alumno, y eso no es bueno. En lugar de aprenderse los países de memoria, hacerlo a través de un juego. Mi generación aprendió las tablas de multiplicar a través de la canción.
P. Precisamente la canción es una de las fórmulas que tu propones para mantener la alegría
R. Sí, tararear una canción, como hacen los niños. Pero sin letra, que entonces ya estamos hablando de lo mental.
P. ¿El don de la alegría es igual para todos o hay diferentes grados?
R. Esto es como quien pinta: hay quien lo hará en pocas horas y quien tardará semanas enteras. Existen diferentes ritmos, pero al final siempre se llega al mismo sitio. Hay gente que vive tan reprimida que se olvida de la alegría y la felicidad que hay en su interior, pero con las terapias se puede exteriorizar lo que todo el mundo posee. Se ha de respetar el ritmo de cada uno, y si uno al principio no quiere reír no pasa absolutamente nada.
P. Y según diversos estudios los hombres ríen menos que las mujeres. ¿Se trata de un tema meramente cultural?
R. Sí, y eso nos viene dado desde bien pequeños. Cuando una niña se hace daño, normalmente los padres se compadecen de ella, no hay ningún problema en que llore. El caso de las niños es bien distinto: les dicen que sean fuertes, que se repriman el llanto. El dolor y la alegría van mucho más unidos de lo que creemos.
P. Otro problema al que te has referido a veces en alguna entrevista es el exceso de medicación…
R. Yo recomiendo no dejar de tomar las pastillas que se recetan, porque eso va en un programa, pero me he encontrado en muchos casos en que gracias a las sesiones éstas se reducen. Recuerdo el caso de una mujer que tomaba 17 pastillas. En unas semanas ya sólo necesitaba tomar media pastilla. De hecho me vienen a consultar médicos. Algunos de ellos incluso llegan a participar en este tipo de terapia. La risoterapia también sirve para otro tipo de problemas. Una familia que se estaban todo el día peleando y no encontraban la manera de arreglar sus problemas vinieron y resultó tan positivo entonces han vuelto todos los años.
P. Diferencias entre la risa positiva y la negativa. Esta última sería el sarcasmo, el reírse de alguien. ¿Por qué se da esto?
R. Porque la risa puede ser una arma, y muy poderosa además. Desde hace un tiempo esto lo han descubierto los políticos. Es por eso que vemos en televisión debates parlamentarios y uno de los grupos se ríe de lo que está diciendo el otro. No hay nada que al contrario le pueda hacer más daño que eso.
P. Pero también es un arma que se puede utilizar contra ellos…
R. Efectivamente, y eso es porque el humor también relativiza las cosas, le quita la pompa y la solemnidad que cubre algunos temas. Si un representante de la política o la religión te veine a hacer un discurso, a convencerte de algo, un simple ‘¡ha!’ lo desacredita por completo. Le damos demasiada importancia a temas que no la tienen en realidad: si perdemos el trabajo, si nos separamos de la pareja… En el que tal vez sea el tema más serio de todos, la muerte, la cosa no tiene porque ser distinta. Si no podemos hacer nada para evitarlo, ¿por qué no podemos tomárnoslo con humor?
P. Uno de los conceptos más ligados a la risa pero más complicados de definir es la felicidad. ¿Cómo la definirías?
R. Es verdad que es complicado. En cualquier caso, no es una meta a la que se haya de llegar, como algunos creen, sino la suma de pequeños momentos que vivimamos con intensidad, con alegría.
P. La risoterapia presenta ventajas más que evidentes para nuestra salud. Una de ellas es el aumento de la serotonina, el llamado “mensajero de la alegría”.
R. Efectivamente, es un componente que va desapareciendo con la tristeza, y que no se detecta cuando se han hecho autopsias de suicidas. Aunque este es sólo uno de los muchas ventajas que presenta la risoterapia.
P. ¿Ves la risoterapia como una práctica reconocida en general?
R. Totalmente, y es lógico teniendo en cuenta que los resultados han sido demostrados. Fíjate que en este momento estoy trabajando con Colegios de Enfermería [enseña un papel sobre la mesa con un logo correspondiente a uno de ellos].
P. ¿Trabajas también con colectivos de gente más desfavorecida?
R. Así es: yo recibo alcohólicos, drogadictos,… y gente que no puede dejar de comer bombones. Y es curioso, todos tienen el mismo problema, y es que les falta algo, y no saben lo que es. Ese vacío es el que se intenta llenar a través de la risoterapia. Por ejemplo, este fin de semana subí al Montblanc con unos amigos y me sentía tan llena… ¡que no tenía ganas ni de comer!
P. Por último, ¿hasta cuando piensas seguir con tu trabajo?
R. No he pensado todavía retirarme. Sigo conociendo a gente de muchos países, y aún tengo ganas de hacer reír a la gente para poder ayudarles.
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