dimarts, 10 de març del 2009

la mancha, reflejo de un mundo extraño.


El grupo teatral liquidación por derribo está representando estos días en el Guasch Teatre la obra titulada la mancha
El escenario se desarrolla en casa de Alfonso, un abogado acomodado y Julia, su esposa. Este matrimonio recibe a Maite y Alberto una pareja con la que mantienen una peculiar amistad. En una de estas visitas de pura cortesía donde la tensión se podría cortar con cuchillo, Maite y Alberto obsequian, una vez más con un horrible regalo, a Alfonso y Julia pero, esta vez las cosas no son como siempre porque el regalo es una alfombra, y en ésta hay una gran mancha de sangre que al parecer sus compradores desconocían. A partir de este momento Julia se trastoca y establece, lo que ella denomina comunicaciones con la mancha. 
Gracias a las múltiples visitas de Maite y Alberto el espectador puede ver como la locura de Julia va en aumento. El resto de personajes también parecen un poco trastocados. A lo largo de la obra suceden una serie de hechos que desembocan en situaciones divertidas e inverosímiles que hacen reflexionar al espectador acerca de los problemas del tercer mundo.
Es difícil catalogar esta obra en un solo género teatral pero, sin duda, el que predomina es la comedia. También se pueden apreciar pinceladas de suspense. Esta combinación hace que el espectador crea estar viendo una obra de humor negro.
Lo más positivo de esta representación teatral es la actuación de los actores. Su trabajo de interpretación es estelar de principio a fin y con sus gestos consiguen una carcajada general del público en varios momentos.
Como punto flojo de la representación destacamos el attrezzo, aunque esta pobreza, al igual que la del decorado probablemente vengan causadas por una importante falta de presupuesto que se hace patente en el transcurso del espectáculo. Prueba de ello es que a lo largo de la obra no se cambia de escenario en ningún momento y eso hace que el espectador se canse en ocasiones pero, esto es disculpable si se tiene en cuenta que la durada de la obra es breve, apenas una hora. El recurso para el paso de unas escena a otra es siempre el mismo (los personajes se quedan quietos y se apagan las luces) y esto hace que la obra en general sea demasiado sencilla. Sin embargo, lo que más pobreza le otorga a la representación es la obra en sí del autor Carles Armengol porque tampoco tiene muchas más posibilidades. Hay que insistir en que si no llega a ser por el papel de los actores la representación podría ser una catástrofe total. Con todo esto podríamos afirmar que el buen trabajo es de los actores no del autor. 
Lo más decepcionante de la obra es el final porque no es, hasta que salimos de la sala y nos dan un papel con un discurso traducido del árabe, que no entendemos que es lo que finalmente ha pasado. Aún y con la traducción tampoco se comprende del todo porque los protagonistas se sumergen en tal locura. En este sentido podríamos decir que es una obra con un final un tanto abstracto.
Si lo que busca el espectador es reírse y pasar el rato cuando va al teatro esta es sin duda su obra; una obra que trata situaciones extrañas para un mundo cada vez más extraño.