En los últimos meses, Barcelona se ha convertido en una “ciudad de ladrones”. Así lo expresa Isabel Mullor, propietaria de una tienda de ropa en la Rambla Catalunya, una de las calles más concurridas del núcleo urbano. Los robos se han extendido a diversas zonas de la ciudad, entre las cuales destacan sobre todo San Gervasio y Sarriá. Tanto particulares como los pequeños negocios están sufriendo esta inseguridad que empieza a amenazar la calma de Barcelona.
Isabel Mullor, propietaria de Mullor Infants
Se han roto los límites
La delincuencia ha alcanzado niveles insospechables. Además de atracos a particulares, asaltos a negocios, también comienza a profanar lugares religiosos. La Iglesia de San Ildefonso fue asaltada por una pareja a mano armada. “A punta de pistola, robaron el bolso de dos mujeres que estaban dentro de la Iglesia”, dice Manuela, camarera de un bar de la calle Amigó.
Panadería Paul
En la zona de Sarriá y Sant Gervasi, las calles que rodean el famoso Mercado Galvany son propensas a protagonizar escenas de atracos. Una de las panaderías Paul fue atracada por dos jóvenes que, después de amenazar a la dependienta, se llevaron consigo la caja registradora. Carmen Godoy, residente de la zona, afirma haber visto cómo huían los delincuentes: “Estaba bajando por la calle Amigó cuando oí gritos. De pronto salieron corriendo los dos sujetos, y desaparecieron calle abajo.”
Las víctimas del miedo
En tan sólo un mes, Carmen Godoy ha sido víctima de un atraco y presenciado dos. Un sábado por la mañana, al salir de su casa a as 10 de la mañana, una motocicleta se le acercó por la acera. Cuando de golpe notó como le estiraban con fuerza el brazo, robándole el bolso.
Los vecinos sienten miedo ya que los robos pueden producirse a cualquier hora del día. Un jueves por la noche del pasado marzo, un ladrón abrió el bolso de una chica robándole el teléfono móvil y una cámara digital, en la discoteca Sutton de la calle Tusset.
Discoteca Sutton
Uno de los porteros del local - que no ha querido dar sus señas - avisa a la gente de dejar los bolsos en el guardarropía para evitar tales situaciones: “Nunca se debe llevar el bolso encima. Entonces es cuando te roban”. Adriana G., amiga de la víctima y residente de la zona, afirma la normalidad de estos sucesos: “Claro que roban en esta zona. Saben que hay dinero, y que la gente que viene a bailar aquí lo tiene. ¿Dónde sino van a robar mejor?”.
Este tipo de situaciones se han vuelto tan frecuentes en la zona que hasta son hechos “normales” del día a día. María G. afirma sentirse insegura en su propia calle, a pesar de disponer de un portero las 24 horas del día, “Siempre pido al taxi que me espere hasta entrar en casa. A veces se esconden en las porterías y, justo cuando quieres entrar, se cuelan y te atracan”.
El perfil del delincuente
Actualmente, los delincuentes han profesionalizado más sus técnicas y cambiado su perfil. En zonas como Sant Gervasio y Sarriá, los residentes exponen que se trata de un nuevo tipo de ladrón que sabe como pasar desapercibido. O bien van en automóviles caros o en motocicletas buenas, y visten ropas de calidad, o llevan trajes como si fueran empresarios.
En el caso de los motoristas, el casco les permite que no puedan ser identificados ya que ocultan su rostro. “El ladrón típico es ahora un hombre bien vestido, con traje, que suele ir en moto”, dice Carmen Godoy.
En Rambla Catalunya, los pequeños y grandes negocios cooperan entre ellos y celebran reuniones de propietarios para hablar de la situación. “Ya no estamos hablando de la típica gitanita que quería hacerte un chanchullo, ni del drogadicto que venía a pedirte dinero. Ahora los ladrones visten con ropa de marca. El perfil ha cambiado completamente respecto hace unos años”, afirma Isabel Mullor, que ha sufrido diversos intentos de robo en su tienda.
¿Cómo se detectan?
Para advertirlos, se han observado algunas características y tendencias que los delatan. Aunque vistan con ropas de marcas, es frecuente que se descuiden algunos aspectos del físico que pueden ser determinantes. Los propietarios de tiendas de Rambla Catalunya y San Gervasio se fijan en detalles como los zapatos, las uñas o hasta el estado del cabello. “A veces ves a una chica guapa, bien vestida y moderna, con gafas de sol de marca. Y al mirarle las uñas ves que las tiene rotas y negras”, expone Mullor.
Por otro lado, con el “fenómeno de los motociclistas”, la única manera de protegerse es escuchar, y estar alerta por si se acercan por la acera. “Siempre suelo escuchar cuando voy por la calle. Y cuando oigo que viene una moto me aparto”, dice una residente del barrio de Sarriá, que no ha querido identificar su nombre.
Tienda Mullor Infants
Nuevas formas de protección
Gran parte del vecindario ha tenido que cambiarse los sistemas de seguridad; se adaptan los pisos con alarmas, varias clavijas o se refuerzan las cerraduras. Un cerrajero de la zona, que no ha querido dar su nombre, afirma que en el último año la situación se está volviendo precaria. “Ayer tuve que cambiarle la cerradura a una mujer, a quien le entraron en su domicilio y la pegaron hasta dejarla inconsciente”.
Se recomienda, como medida esencial, reforzar las cerraduras. Para entrar en los domicilios, los ladrones han desarrollado nuevas técnicas y procedimientos caseros. Utilizan tarjetas magnéticas, mediante las cuales consiguen abrir las puertas y robar en el interior de las casas de los particulares. “Es imprescindible poner el recojo, así las tarjetas no pueden abrir la puerta”, comenta el cerrajero.
Las medidas policiales
A pesar del incremento de robos, fuentes policiales aseguran la presencia de agentes en las zonas más propensas. En Rambla Catalunya, los propietarios afirman contar con el respaldo de agentes secretos, que visten como paisanos para pasar inadvertidos. “Dos agentes de policía suelen venir y nos preguntan qué tal estamos, nos comentan la situación”, dice una dependienta, que no ha querido ser identificada.
Sin embargo, hay particulares que no opinan lo mismo. “Deberían ensanchar las medidas policiales, las sociales y dar más trabajo a la gente. Todo es culpa del desempleo y de la falta de presencia policial. Así todo esto no pasaría”, afirma Godoy.
Ante el incremento de robos, la inseguridad se va apoderando del núcleo urbano. “Lo único que puedo hacer es no llevar demasiadas cosas en el bolso, ni pasear por zonas deshabitadas. Si me amenazan no me resistiré, porque me harían daño. Como ciudadana, no puedo hacer nada más”, afirma contundentemente G. M, residente del barrio de Sant Gervasi.
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