dijous, 17 de març del 2011

Saber valorar los productos de la casa y dejar de lado el fast-food

En los últimos diez años hemos podido apreciar como determinadas películas catalanas triunfaban en los principales festivales y sus directores eran globalmente reconocidos a través de revistas de crítica cinematográfica internacional, así el fenómeno del cine catalán ha tomado una nueva corriente diferenciada y reconocida. Este conjunto de factores convierte a nuestro cine de autor del siglo XXI en el cine con mayor proyección hasta el momento en el territorio nacional.

Jordi Cadena, invitado a la conferencia sobre los límites del cine catalán y codirector de los films Elisa K y Passos perduts, remarcó la importancia de la voluntad artística que posee Cataluña al mantenerse al margen de la industria, a diferencia de Madrid que tiende a poner sus productos audiovisuales al servicio del beneficio comercial, dificultando el avance del rodaje independiente. Cadena fue secundado por Judith Colell, directora de cine y profesora de la Facultad de Comunicación Blanquerna, que añadió: “El cine ha de tener dos retornos, uno inmediato, temporal, económico y comercial y otro con prestigio de carácter a largo plazo. Aïna Clotet, actriz y guionista con gran experiencia en productos audiovisuales “al margen” focalizó su discurso en el público, ya que la audiencia es la que al fin y al cabo define donde se colocará la barrera que divide el cine dependiente e independiente. La guionista hizo referencia a los gustos del público como consumidores de cinematografía “Fast-food” y recomendó abrir la mente para evitar establecer prejuicios y así darnos cuenta de que además de ingerir producciones extranjeras también hemos de apreciar el arte de nuestra casa.

Jose Mª Obre, guionista y director estrechamente relacionado con el cine de autor, finalizó la cita hablando del futuro de la gran pantalla, donde su exhibición y distribución a pesar de su calidad se encuentran en un estado insostenible. “La falta de taquilla y vacío de las salas frena el avance de la cultura cinematográfica”, y esta pérdida es responsabilidad de las universidades, festivales y museos que deberían buscar nuevas formas de incentivarlo. Si no se promociona, el cine pasará a ser un arte de culto y exclusividad que posteriormente acabará afectando a las descargas gratuitas que ahora están sustituyendo las butacas, y entonces ya será demasiado tarde.