diumenge, 17 d’abril del 2011

El chollo europeo


La tijera de la deuda pública a llegado al sector de la Sanidad o también conocido como “el donativo del estado de bienestar español” por el que unos pagan y muchos se benefician. No se ha llegado a pactar un copago pero sí se comienzan a reducir los servicios médicos y a poner en duda la ocupación de muchos puestos prescindibles según el Gobierno Español. Parece ser que la comodidad y la siesta española (festividad por excelencia) han conseguido que nuestro abuso de los servicios sociales comience a pasar factura.

Boi Ruiz, Consejero de Sanidad, anuncia una necesaria rebaja del 10% del gasto que supone el servicio sanitario. Las medidas provocan fuertes reivindicaciones por parte de todos los profesionales de los centros públicos, tanto cirujanos que temen por el cierre de los quirófanos y la reducción de presupuesto en tecnologías de la investigación como los recién llegados del MIR que se enfrentan a una desoladora ausencia de plazas. Las concentraciones que han tenido lugar estos días a modo de protesta aumentan su relevancia debido a la cercanía del 22-M, donde el recorte sanitario permanece en el ojo de mira de muchos partidos. Estas rebajas a corto plazo pueden parecer una solución sustancial , pero la salud humana es un proyecto de larga vida en el que se ha de mirar siempre hacia el futuro.

La reducción de medios va estrechamente ligada con la calidad y eficiencia de nuestros servicios, cosa que al parecer, no tienen en cuenta nuestros entregados candidatos a la alcaldía. Si hacemos un pequeño repaso al currículum español (y sobretodo al catalán) podemos advertir grandes triunfos en muchas especialidades, como son la ginecología, la cardiología y los transplantes, siendo uno de los países pioneros en el transplante de cara. Evidentemente, el cierre de quirófanos resultará una reforma económica muy vistosa pero a largo plazo sólo conseguirá jugar en su contra, dando lugar a mayores listas de espera, peor calidad de vida de nuestros habitantes (si eso aun importa), aumento de la demanda de los servicios sociales incompatibles con la reducción de las plantillas y por ende, un aumento del paro, que al fin y al cabo es lo que preocupa a nuestros políticos. Otra consecuencia de nuestra pérdida de competitividad científica será la disminución del número de pacientes extranjeros que viajan a nuestro país para ser operados y que contribuyen al crecimiento de nuestro PIB. ¿Qué conseguimos con esto? Más enfermos y parados, perfecta ecuación para el momento en el que nos encontramos.

Todo este desbarajuste será resuelto con la propuesta de la atención sanitaria vía telefónica para casos menores y un criterio selectivo que pautará a qué pacientes es necesario atender y a qué pruebas pueden acceder según la gravedad de su diagnóstico, una dinámica tercermundista que responde a la “ley del más enfermo”. Se dificultará el traspaso de enfermos de un hospital a otro, ya que debido al inferior número de camas disponibles, no se darán recursos extra para aquellos pacientes que no hayan ingresado desde un primer momento. ¿Qué será de los convenios, el trabajo en equipo entre diferentes médicos, centros, países… con el fin de lograr los mejores resultados? Por un momento parece que nos hayamos olvidado de la sanidad y estemos jugando a hundir la flota, el nuevo juego del capitalismo público. A este paso abandonaremos nuestro distintivo keynesiano y la asistencia privada empezará a cobrar mayor importancia, equiparándonos al sistema sanitario americano que por desgracia es uno de los pocos defectos de su sociedad y por el que nosotros habremos pagado.

La deuda pública está eclipsando todos los sectores pero la sanidad ha tenido una revuelo especial ya que nos afecta de una forma directa, y nosotros al servicio de nuestro ego, despertamos únicamente cuando tenemos el agua al cuello. La reforma es incoherente pero la actitud que ha mantenido el ciudadano español frente a las ayudas públicas también ha sido desconsiderada y algo abusadora. El pastiche final ha sido un resultado de todo aquello que nos han permitido hacer, realmente un chollo en muchos aspectos.

Esperemos que nuestros ávidos políticos dispongan de un catálogo de soluciones tan bien organizado como al que pretenden someter a nuestros próximos enfermos.

Porfavor, no salgan de sus casas y no se pongan enfermos, el Estado se lo agradecerá.