Katrina. Un nombre como otro cualquiera hasta el 23 de agosto del 2005. Estoy convencido de que todo el mundo sabrá de qué hablo. Curioso. El terrible huracán que azotó la costa este estadounidense fue uno de los mayores desastres naturales que han sacudido al país norteamericano en su historia. Los datos, contundentes: 1836 fallecidos. Nueva Orleans, una de las ciudades más importantes del estado, fue la que más sufrió las devastadoras consecuencias del huracán. De hecho, casi el 90 % de la ciudad estaba, diez días después, sumergida bajo el agua.
(Dramatización) Nargis. ¿Nargis dices? Sí, en Myanmar. ¿Myan..qué? Myanmar, sí, el país asiático que ha sido arrasado por un tifón – Nargis, de nombre - hace diez días. Ah, ya, eso que ha pasado allí lejos; sí, creo que he escuchado algo. (Dramatización hasta aquí). Pues bien, al señor Nargis – señora en realidad, curiosa la manía ésta de poner nombres de personas a los huracanes – resulta que hace dos semanas, 3 de mayo del 2008, le dio por darse un paseo por la antigua Birmania, actual Myanmar. Los datos, contundentes: 38500 fallecidos y 27800 desparecidos, según la televisión estatal; según cifras de la Cruz Roja, entre 70000 y 130000 víctimas mortales. ¿Datos contundentes? Sí, pero también escalofriantes, terribles, aterradores, monstruosos, horribles y todos los sinónimos habidos y por haber que vengan a decir lo mismo.
Bien, ahora juguemos a buscar las siete diferencias (o más). La primera, 1836 contra 38500; es decir, en Myanmar ha habido 36000 víctimas mortales más, unas veinte veces más - ciñéndonos, claro, a los actuales y poco fiables datos -. Otra, el Katrina fue portada de todo periódico occidental mínimamente normal durante una semana, no, un mes. El Nargis fue portada el día después de la tragedia, y el siguiente si me apuras. De la misma manera, radios y televisiones abrieron sus boletines informativos con el desastre norteamericano durante un período semejante; el Nargis y sus consecuencias apenas gozan de una breve reseña hoy. Y aquí me quedo, no soy mucho de pasatiempos.
Es totalmente vergonzoso que los medios de comunicación, todos, silencien de la manera que lo están haciendo el problema de Myanmar. Excusas, las que se quieran: un país con un régimen no democrático, la lejanía respecto a nosotros, la dificultad de informar desde allí y de encontrar fuentes fiables, el baile de datos oficiales y no oficiales, sí. Pero resulta curioso que a un hecho, el primero, se le dé la cobertura que se le dio por el simple hecho de pasar donde pasó, y del segundo no se digan más que dos frases mal contrastadas al día. Vergonzoso. ¿Qué quieren decir, señores medios, que existen ciudadanos de primera y de segunda, que existen muertes de primera y de segunda, que existen tragedias de primera y de segunda?. Quizá es sólo una impresión personal. Además, y por si fuera poco, la frivolidad con la que se habla del tema es pasmosa, o la tranquilidad con la que se habla de muertes.
Y dios me guarde de no lamentar la pérdida de los 1836 ciudadanos norteamericanos, pero no es de recibo que los medios no informen sobre la verdad de lo que pasa en Myanmar, sobre las razones de la falta de ayuda, sobre el infierno que están viviendo los ciudadanos de uno de los países más pobres del mundo. Lo reitero por si no ha quedado claro, vergonzoso.
(Dramatización) Nargis. ¿Nargis dices? Sí, en Myanmar. ¿Myan..qué? Myanmar, sí, el país asiático que ha sido arrasado por un tifón – Nargis, de nombre - hace diez días. Ah, ya, eso que ha pasado allí lejos; sí, creo que he escuchado algo. (Dramatización hasta aquí). Pues bien, al señor Nargis – señora en realidad, curiosa la manía ésta de poner nombres de personas a los huracanes – resulta que hace dos semanas, 3 de mayo del 2008, le dio por darse un paseo por la antigua Birmania, actual Myanmar. Los datos, contundentes: 38500 fallecidos y 27800 desparecidos, según la televisión estatal; según cifras de la Cruz Roja, entre 70000 y 130000 víctimas mortales. ¿Datos contundentes? Sí, pero también escalofriantes, terribles, aterradores, monstruosos, horribles y todos los sinónimos habidos y por haber que vengan a decir lo mismo.
Bien, ahora juguemos a buscar las siete diferencias (o más). La primera, 1836 contra 38500; es decir, en Myanmar ha habido 36000 víctimas mortales más, unas veinte veces más - ciñéndonos, claro, a los actuales y poco fiables datos -. Otra, el Katrina fue portada de todo periódico occidental mínimamente normal durante una semana, no, un mes. El Nargis fue portada el día después de la tragedia, y el siguiente si me apuras. De la misma manera, radios y televisiones abrieron sus boletines informativos con el desastre norteamericano durante un período semejante; el Nargis y sus consecuencias apenas gozan de una breve reseña hoy. Y aquí me quedo, no soy mucho de pasatiempos.
Es totalmente vergonzoso que los medios de comunicación, todos, silencien de la manera que lo están haciendo el problema de Myanmar. Excusas, las que se quieran: un país con un régimen no democrático, la lejanía respecto a nosotros, la dificultad de informar desde allí y de encontrar fuentes fiables, el baile de datos oficiales y no oficiales, sí. Pero resulta curioso que a un hecho, el primero, se le dé la cobertura que se le dio por el simple hecho de pasar donde pasó, y del segundo no se digan más que dos frases mal contrastadas al día. Vergonzoso. ¿Qué quieren decir, señores medios, que existen ciudadanos de primera y de segunda, que existen muertes de primera y de segunda, que existen tragedias de primera y de segunda?. Quizá es sólo una impresión personal. Además, y por si fuera poco, la frivolidad con la que se habla del tema es pasmosa, o la tranquilidad con la que se habla de muertes.
Y dios me guarde de no lamentar la pérdida de los 1836 ciudadanos norteamericanos, pero no es de recibo que los medios no informen sobre la verdad de lo que pasa en Myanmar, sobre las razones de la falta de ayuda, sobre el infierno que están viviendo los ciudadanos de uno de los países más pobres del mundo. Lo reitero por si no ha quedado claro, vergonzoso.
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