Cuatro se ha empeñado en demostrar en su último reality cómo pueden sobrevivir y adaptarse tres familias españolas a tribus indígenas que viven en lugares remotos del planeta. Como todo show que se precie lo que se busca es el espectáculo y en este caso se ha conseguido destacando las diferencias culturales entre las tribus y los españoles. Se podría asimilar a un Gran Hermano exótico donde los indígenas son caracterizados por la misma presentadora del programa como primitivo y en la mayoría de ocasiones se muestran sus costumbres de manera exagerada. Por este motivo, no sorprende a nadie ver como se mata a un cocodrilo o a una gallina a palos o como se discrimina o se acepta el maltrato a las mujeres. Sin embargo, la productora cuenta con los permisos de los países que acogen a los concursantes. Además los indígenas han sido compensados económicamente por falsear la realidad. En definitiva, por convertir sus poblados en un plató lleno de cámaras y micrófonos y también por vestir con taparrabos cuando es sabido que habitualmente visten con vaqueros.
Lo peor de todo no es que se muestren las diferencias entre culturas sino el trato que dan algunos concursantes a sus anfitriones, ya que la educación y los buenos modales brillan por su ausencia en alguno de los participantes, sobre todo en los más jóvenes. Sin lugar a duda, el programa muestra racismo y falta de respeto hacia otras culturas porque muestra una visión distorsionada de la vida en estos poblados. Todo este circo se organiza para repartir un premio de 150.000 euros entre las familias que sean aceptadas por sus tribus y para ello deben hacer todo lo que se les dice, aparte de someterse semanalmente a un consejo tribal donde se valora el progreso durante la semana y para el que cuentan con la ayuda de un traductor. Los que no obtengan un buen resultado se deberán enfrentar a un castigo que impondrá la tribu. Uno de los más destacados lo sufrió una de las concursantes y consistió en quitar los piojos a todas las mujeres de la tribu. A pesar de todo, es un programa que cuenta con la aceptación por gran parte de la audiencia ya que es la segunda edición que se realiza y no está siendo menos polémica que la anterior.
Lo peor de todo no es que se muestren las diferencias entre culturas sino el trato que dan algunos concursantes a sus anfitriones, ya que la educación y los buenos modales brillan por su ausencia en alguno de los participantes, sobre todo en los más jóvenes. Sin lugar a duda, el programa muestra racismo y falta de respeto hacia otras culturas porque muestra una visión distorsionada de la vida en estos poblados. Todo este circo se organiza para repartir un premio de 150.000 euros entre las familias que sean aceptadas por sus tribus y para ello deben hacer todo lo que se les dice, aparte de someterse semanalmente a un consejo tribal donde se valora el progreso durante la semana y para el que cuentan con la ayuda de un traductor. Los que no obtengan un buen resultado se deberán enfrentar a un castigo que impondrá la tribu. Uno de los más destacados lo sufrió una de las concursantes y consistió en quitar los piojos a todas las mujeres de la tribu. A pesar de todo, es un programa que cuenta con la aceptación por gran parte de la audiencia ya que es la segunda edición que se realiza y no está siendo menos polémica que la anterior.
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