Mientras los políticos de nuestro país intentan ponerse de acuerdo (sin éxito alguno) en materia económica, hay otros temas también importantes que se están dejando a un lado. Uno de ellos es el cambio y endurecimiento de la Ley del Menor. Día tras día, el tema se va dejando, apartado en la cuneta, para un momento más oportuno que nunca llega y, a la vez, se siguen cometiendo crímenes que quedan (semi)impunes. La mayoría de la sociedad no duda de la necesidad de un cambio. Al contrario, son los propios ciudadanos los que empiezan a movilizarse al observar la reducción del tiempo en que se están cometiendo los crímenes y su creciente brutalidad. ¿A caso no nos damos cuenta de que la justicia se está quedando obsoleta en temas como éste? ¿O, no solo la justicia, si no la educación en general? La sociedad y sus habitantes cambian y a veces, como es el caso, el sistema no lo hace al mismo ritmo.
El crimen más reciente del que podemos acordarnos sucedió durante esta Semana Santa pasada. Cristina Martín fue hallada muerta en un pozo que se encuentra dentro de una vieja yesería cerca del que era su pueblo, Seseña. La presunta asesina de Cristina, una compañera de clase, confesó el crimen después de que fuera interrogada por tercera vez. Según fuentes policiales lo explicó todo sin mostrar arrepentimiento y con total frialdad. Esta menor, al tener 14 años, si que será condenada y pagará por lo que hizo pero, ¿es eso suficiente? Esta niña estará encerrada más o menos hasta la mayoría de edad, y después cuando salga ¿qué? ¿Habrá tenido remordimientos de conciencia y entenderá que lo que hizo está mal? ¿Podrá reintegrarse en la sociedad? Ese es uno de los puntos en los que se tienen que fijar para cambiar la Ley del Menor. No sólo tienen que endurecerla, sino conseguir con el castigo cambiar la mentalidad que les indujo a cometer ese crimen. Eso es lo que haría bien a la sociedad a largo plazo.
Pero no malinterpretéis mis palabras. No estoy pidiendo una educación, vivienda y manutención de primera y gratuita por parte del Estado a personas que han cometido un crimen. Lo que creo que sería mejor es ‘reeducar’ a estos chicos (o por lo menos intentarlo con todas las fuerzas) para que cuando salgan no vuelvan a hacer lo mismo. Un ejemplo claro de la poca reinserción que se consigue con la Ley del Menor actual es Rafael García Fernández, más conocido como ‘El Rafita’, el chico que a los 14 años asesinó, violó y atropelló a Sandra Palo, junto a tres compañeros más. Después de estar recluido durante 4 años en un centro de menores y casi 3 más en libertad vigilada por la Junta de Andalucía, Rafael no ha conseguido reintegrarse a la sociedad de una manera normal. Según afirman expertos que han tratado con él: “el proceso de reinserción no ha dado sus frutos, prueba de ello es que ha vuelto a delinquir”. Esta afirmación viene dada después que se le arrestara por el intento de robo de un automóvil el pasado enero. Este caso da una clara visión sobre donde no se tiene que llegar.
Por otra parte, existe un punto conflictivo en toda esta supuesta o deseada remodelación de la Ley del Menor. Éste es el aumento, de 14 a 12 años, en la que los menores ya tienen responsabilidad frente la justicia por los actos que han cometido. Ciertos sectores la población apoyan esta iniciativa afirmando que ya a esas edades, los chicos tienen conciencia de las consecuencias que pueden tener sus actos. Es cierto que los niños de hoy en día tienen mucha más información (o de más fácil acceso) y que eso les hace estar más avanzados, quizá, que los niños de épocas anteriores, pero eso no es suficiente. El cambio en la edad no puede ser tan drástico. Cada caso tiene que ser mirado con especial interés, porque no todos los niños son iguales y una mala sentencia puede repercutir de manera muy negativa en todo el resto de su vida. Eso no quiere decir que no tengan que ser castigados. Dos de los siete niños que este pasado verano violaron en Isla Cristina (Huelva) a una niña de 13 años discapacitada, eran menores de 14 años. Ellos no estarán en el juzgado hoy por los actos que supuestamente perpetraron. ¿Les parece eso razonable? Quizá a estos niños sólo les separaban unos meses de edad y los más pequeños eran los ‘cabecillas’. Pero eso no lo tenemos en cuenta.
Es una realidad que la Ley del Menor tiene que ser revisada para adaptarla a las nuevas circunstancias sociales que estamos viviendo. ¿Ahora no es el momento ideal porque ‘las leyes no se pueden promulgar en caliente’? Tal y como dijo María Teresa Fernández de la Vega. Tiene parte de razón. No deberíamos hacer una ley movidos por el sentimiento de ira que nos provocan estos crímenes. Las leyes no deben hacerse fijándonos en 4 casos concretos, sino que tienen que abarcar todas las posibilidades que sucedan a lo largo de los años. Tampoco se tiene que caer en el error de cambiar la ley para que los autores de los crímenes actuales paguen más duramente por lo que han hecho. Pero, ¿estos crímenes pararan el tiempo suficiente para que se pueda promulgar una ley de manera objetiva? Ojalá fuera así pero mientras tanto, el cambio en esta ley se va quedando aparcado en la cuneta.
El crimen más reciente del que podemos acordarnos sucedió durante esta Semana Santa pasada. Cristina Martín fue hallada muerta en un pozo que se encuentra dentro de una vieja yesería cerca del que era su pueblo, Seseña. La presunta asesina de Cristina, una compañera de clase, confesó el crimen después de que fuera interrogada por tercera vez. Según fuentes policiales lo explicó todo sin mostrar arrepentimiento y con total frialdad. Esta menor, al tener 14 años, si que será condenada y pagará por lo que hizo pero, ¿es eso suficiente? Esta niña estará encerrada más o menos hasta la mayoría de edad, y después cuando salga ¿qué? ¿Habrá tenido remordimientos de conciencia y entenderá que lo que hizo está mal? ¿Podrá reintegrarse en la sociedad? Ese es uno de los puntos en los que se tienen que fijar para cambiar la Ley del Menor. No sólo tienen que endurecerla, sino conseguir con el castigo cambiar la mentalidad que les indujo a cometer ese crimen. Eso es lo que haría bien a la sociedad a largo plazo.
Pero no malinterpretéis mis palabras. No estoy pidiendo una educación, vivienda y manutención de primera y gratuita por parte del Estado a personas que han cometido un crimen. Lo que creo que sería mejor es ‘reeducar’ a estos chicos (o por lo menos intentarlo con todas las fuerzas) para que cuando salgan no vuelvan a hacer lo mismo. Un ejemplo claro de la poca reinserción que se consigue con la Ley del Menor actual es Rafael García Fernández, más conocido como ‘El Rafita’, el chico que a los 14 años asesinó, violó y atropelló a Sandra Palo, junto a tres compañeros más. Después de estar recluido durante 4 años en un centro de menores y casi 3 más en libertad vigilada por la Junta de Andalucía, Rafael no ha conseguido reintegrarse a la sociedad de una manera normal. Según afirman expertos que han tratado con él: “el proceso de reinserción no ha dado sus frutos, prueba de ello es que ha vuelto a delinquir”. Esta afirmación viene dada después que se le arrestara por el intento de robo de un automóvil el pasado enero. Este caso da una clara visión sobre donde no se tiene que llegar.
Por otra parte, existe un punto conflictivo en toda esta supuesta o deseada remodelación de la Ley del Menor. Éste es el aumento, de 14 a 12 años, en la que los menores ya tienen responsabilidad frente la justicia por los actos que han cometido. Ciertos sectores la población apoyan esta iniciativa afirmando que ya a esas edades, los chicos tienen conciencia de las consecuencias que pueden tener sus actos. Es cierto que los niños de hoy en día tienen mucha más información (o de más fácil acceso) y que eso les hace estar más avanzados, quizá, que los niños de épocas anteriores, pero eso no es suficiente. El cambio en la edad no puede ser tan drástico. Cada caso tiene que ser mirado con especial interés, porque no todos los niños son iguales y una mala sentencia puede repercutir de manera muy negativa en todo el resto de su vida. Eso no quiere decir que no tengan que ser castigados. Dos de los siete niños que este pasado verano violaron en Isla Cristina (Huelva) a una niña de 13 años discapacitada, eran menores de 14 años. Ellos no estarán en el juzgado hoy por los actos que supuestamente perpetraron. ¿Les parece eso razonable? Quizá a estos niños sólo les separaban unos meses de edad y los más pequeños eran los ‘cabecillas’. Pero eso no lo tenemos en cuenta.
Es una realidad que la Ley del Menor tiene que ser revisada para adaptarla a las nuevas circunstancias sociales que estamos viviendo. ¿Ahora no es el momento ideal porque ‘las leyes no se pueden promulgar en caliente’? Tal y como dijo María Teresa Fernández de la Vega. Tiene parte de razón. No deberíamos hacer una ley movidos por el sentimiento de ira que nos provocan estos crímenes. Las leyes no deben hacerse fijándonos en 4 casos concretos, sino que tienen que abarcar todas las posibilidades que sucedan a lo largo de los años. Tampoco se tiene que caer en el error de cambiar la ley para que los autores de los crímenes actuales paguen más duramente por lo que han hecho. Pero, ¿estos crímenes pararan el tiempo suficiente para que se pueda promulgar una ley de manera objetiva? Ojalá fuera así pero mientras tanto, el cambio en esta ley se va quedando aparcado en la cuneta.
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